Escucho las noticias en la radio todos los días; mi esposo y yo normalmente las
comentamos, pero a veces le pido que cambie de estación por un momento, y es
que, sin ánimo de ser pesimista, cuando sale a flote el estancamiento en el que
se encuentra mi país, empiezo a preocuparme por su futuro, y el futuro de mi
ahora niño.
Si bien es cierto que
nadie nos enseña a ser padres, a todos nos queda claro que queremos lo mejor
para nuestros hijos. Queremos que tengan un buen nivel de educación, de calidad
de vida, que sean sobresalientes en lo que hacen, que se sientan amados, en una
palabra, que sean felices. Pero realmente, cómo podemos preparar a nuestros
hijos para el futuro de modo que salgan adelante y al mismo tiempo sean
felices?
Ayúdale a encontrar su vocación, y por vocación me
refiero a “amar lo que se hace”. Hay que permitirles desde temprana edad
conocer y experimentar lo que le llame la atención para que puedan encontrar
alguna actividad o área que les guste y apasione tanto como para que puedan dedicarse a ésta, pero claro, con responsabilidad, disciplina y constancia. Estoy
convencida de que la educación es muy importante e indispensable. Sin embargo,
es una realidad que si ahora el mercado laboral es insuficiente y altamente
competitivo, que los sueldos son muy bajos, que los centros de trabajo se
encuentran limitados en las metrópolis, a nuestros hijos cada vez les será más
difícil aspirar a una calidad de vida como la que deseamos para ellos. Es
necesario que tengan opciones para desarrollarse laboralmente y si lo hacen a
través de su vocación, qué mejor!
No eduques a tu hijo para ser rico, edúcalo para ser feliz. Esta es una frase que escuché y que resume lo que yo pienso es la
labor de los padres. Enseñemos a nuestros hijos lo que no pueden comprar con dinero.
No le des todo lo que pide. Es importante que
nuestros hijos conozcan el esfuerzo y el precio del triunfo por ellos mismos.
Si les damos todo lo que pide por el simple hecho de que lo quieren nunca aprenderán
a valorar lo que tienen y no los estaremos preparando para lo que seguramente
se encontrarán, el fracaso. En mucha o poca medida, todos en algún momento lo
hemos experimentado.
Aliéntalo a que tenga metas. Pueden ser a
corto, mediano o largo plazo. Con esto aprenderá a automotivarse
constantemente. Aprenderá que las cosas no siempre se hacen de la noche a la
mañana y que la constancia es un elemento esencial para cualquier propósito.
Propíciale una vida sana de cuerpo y mente y permítele conocer la Fe. Esto me parece sumamente importante. Todo ser humano necesita tener una
buena autoestima, pleno autoconocimiento y autocontrol, aprender a vivir dentro
de un caos y tener tolerancia a la frustración. Podemos acercarlos a la Metafísica,
a la meditación, a un mundo más espiritual. Así mismo, pienso que todo ser humano necesita
creer en si mismo y en un Ser Superior, tener las bases de una Fe o religión
que le permita saber que nunca se está solo.
Enseñémosle a nuestros hijos a ver lo mejor de cada situación, no etiquetemos los acontecimientos o a las personas como buenas o
malas, simplemente asi son. No podemos
cambiar el mundo, pero podemos cambiar nuestros enfoque para vivirlo de la
mejor manera posible.
Incúlcale el agradecimiento por todo. Nadie es más feliz
que quien es consciente de las bendiciones que tiene.
Creado por R. María Aguijim
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