Cuando ese pasado que
pretendemos olvidar o borrar contiene vivencias y experiencias que han forjado
nuestro carácter, cuando ese pasado ha dejado frutos, cuando nos ha convertido
en quienes somos ahora, no es posible borrarlo ni olvidarlo; sin embargo esto
no significa que tengamos que sufrir el pasado por siempre.
A veces, en momentos
de crisis emocionales, percibimos la vida como si no hubiera más allá, como si
nuestro destino fuera quedar inmersos en el dolor; no vemos, no escuchamos, estamos
bloqueados, no logramos encontrar una salida, una luz, un indicio de qué camino
seguir; es como estar parado justo en medio de un laberinto, donde lo único que
nos rodea son altísimos muros grises y pesados a los lados y detrás; no hay
señalamientos ni indicaciones, nos sentimos diminutos y perdidos, y los pasos
que damos parecieran llevarnos al mismo lugar una y otra vez.
¿Qué pasaría si
pudieras ver ese mismo laberinto en perspectiva? Si tuvieras una escalera y
pudieras subir lo suficiente como para ver desde arriba, ¿Qué harías? Seguramente
lo primero sería tomar una bocanada de aire fresco, sentir el viento en tu
cuerpo, la calidez del sol, cerrarías los ojos para tratar de mantener ese
estado por un instante y guardarlo. Desde esa perspectiva, tratarías de
encontrar el camino que llega a la salida, tal vez aprovecharías para gritar
pidiendo ayuda, seguramente te darías cuenta que el laberinto es mucho más
pequeño y sencillo de lo que imaginabas.
Algo así es lo que
tenemos que hacer cuando atravesamos por momentos difíciles y pensamos que no
podemos seguir adelante.
Busca tu escalera! Ésta la puedes encontrar dentro de ti, cuando reconozcas que la única
persona que tiene que subirla eres tú, cuando te des cuenta que ir de lado a
lado solo te lleva de regreso al inicio, cuando estés dispuesto a asomarte, entonces
aparecerá frente a ti. Conforme vayas subiendo los escalones, te darás cuenta
que las paredes no son tan altas ni la salida está tan lejos, podrás ver en
perspectiva que el laberinto no se ve igual cuando estás en él que cuando estás
encima de él, podrás llegar a verlo sin miedo.
Muévete! Lo peor que puedes hacer es quedarte donde estás. No te claves en el
drama, no necesitas sufrir para sentirte vivo. Si ya te has dado cuenta qué
camino seguir, enfócate en éste.
Guíate por tu
intuición, no falla. Es la voz de Dios
indicándote lo que tú ya sabes que es mejor para ti, recordándote que nunca has
estado solo.
A tu tiempo y a tu
ritmo podrás llevar esa escalera contigo, para, de vez
en cuando, volver a subir y verificar que el rumbo que llevas es el correcto.
Dejar el pasado
atrás, es darte cuenta que la experiencia adquirida fue lo mejor que te pudo
suceder y hasta una experiencia que necesitabas vivir. Dejar el pasado atrás es
dejar abierta la puerta, es tener compasión por aquéllos que perdieron la
oportunidad y desearles lo mejor. Dejar el pasado atrás es reconocerte como un ser más fuerte, sabio y
sereno; pero sobre todo confiado y amoroso contigo. Dejar el pasado atrás es aprender
a estar en el aquí y el ahora.
Creado y escrito por María Aguijim