“Los hombres no
lloran… Aguántese como los machos” son frases que he oído desde pequeña, que se
le inculca al género masculino como parte de la “educación” que debe recibir
para enfatizar su papel en la sociedad. Y yo me pregunto ¿En verdad los hombres
no lloran? Si fuera así creo que Dios no les habría dado lagrimales. La
realidad es que los hombres y las mujeres sentimos igual, pero a un hombre,
desde pequeño, se le enseña que “debe” aprender a reprimir el dolor porque el
no hacerlo es señal de debilidad. Para mí todo eso son creencias, y he
aprendido a cuestionar prácticamente todo lo que creo, porque muchas creencias
me han limitado, me han mantenido dormida y temerosa. Cuando una creencia nos
limita hay que cuestionarla, y de ser necesario cambiarla, y ese cambio se
logra cuando cambiamos nuestro enfoque; queremos ver lo que creemos y lo que
creemos es lo único que existe y si no es así, entonces se convierte en algo
fuera de lo normal o desconocido, y lo desconocido muchas veces da miedo, y
cuando da miedo, entonces es malo (así es como funciona nuestra mente para
discernir entre “lo positivo y lo negativo”)
Y bueno entonces,
tomando en cuenta lo anterior, podemos pensar que un hombre que llora es débil,
sin embargo… Yo, he visto llorar a un hombre que creyó haberlo perdido todo, he
visto llorar a un hijo que perdió a su padre de niño, he visto llorar a un
padre por no tener a sus hijos a su lado… y lo que veo es a un SER humano
fuerte, más fuerte que nadie, que abandona su armadura y desnuda su corazón;
veo a un hombre que no teme ser juzgado, veo a un hombre rendido ante el dolor,
aceptando lo poco que puede ganar de una batalla perdida. ¿Quién podría ser más
fuerte que un ALGUIEN que ama?
Escrito por R. María Aguijim.