miércoles, 9 de abril de 2014

LA HOJA EN BLANCO

Qué extraño puede llegar a ser empezar a escribir una historia cuando la hacemos en una hoja en blanco, sin embargo, esa hoja no es la primera del libro. Queremos empezar un nuevo capítulo, pero algunos personajes de capítulos anteriores siguen apareciendo, siguen creyendo o queriendo ser los protagonistas, los villanos, los víctimas, etc.. o simplemente quieren continuar...

Así pasa con las segundas oportunidades, con las segundas nupcias, con los nuevos principios que en realidad nunca son principios, o tal vez sólo son el principio del último capítulo. Cuando estamos en los cuarenta y hay que empezar de nuevo con un equipaje pesado en las espaldas, con responsabilidades que nosotros mismos en algún momento buscamos y nos creamos porque ya era edad de "sentar cabeza", porque esa persona "era la indicada" o porque "ya era hora"

Y bueno, yo estoy en los cuarenta, fui una persona más en las filas del "reciclaje", de la "segunda vuelta" de las que son "valientes" y se animan, y lo hice por varias razones, algunas voy a compartir: Porque mi vida no se acabó cuando puse final a un capítulo, porque encontré a una persona que me hizo desear aplicar y sobrepasar todo lo que yo había aprendido por las buenas o no tan buenas, porque me amo y tengo mucho por amar y compartir.

Efectivamente, empecé un nuevo capítulo, en una hoja en blanco, sin embargo, si la observo, puedo ver algunas letras de las páginas anteriores, puedo ver que atrás de esa hoja hay algo escrito, pero también veo, que las hojas donde escribiré son mucho más gruesas.

Estas palabras van dedicadas a esas personas que estuvieron en los primeros capítulos, que hicieron su papel de buenos, de malos, de maestros, de ángeles, de verdugos pero finalmente se fueron de la mejor manera. A esos personajes que hacen que el protagonista, o sea tú o yo, sea más fuerte, a esos que nos dieron lo mejor de si algún momento... a aquéllos que aprendieron a decir adios. Que Dios los bendiga.